domingo, 15 de agosto de 2010

Camino de Santiago: Orio-Zumaya

La cena de anoche nos ha convertido a algunos en miembros de un grupo. Desayunamos de nuevo todos juntos y Rosa nos acompaña.

La foto de despedida es una excusa para estar un poco más en este sitio. Se nos hace difícil despedirnos de esta hospitalera y de su magnífico sitio, pero el camino es así. De todas formas seguramente nos veremos en Zumaya al día siguiente con motivo del día de Santiago, así que la pena es menor.

Atravesamos la ría de Orio por el puente que hay en el centro del pueblo. Luego hay que seguir su orilla izquierda en dirección a los montes que vemos enfrente y cogeremos la vereda que corre por ellos a media altura. Si se quiera se puede tomar la carretera que va costeando; es más llana, pero no hemos venido para andar por alquitrán, así que dejamos el asfalto abajo y comenzamos a subir.

La vista que nos despide de Orio no tiene desperdicio, nada más que por ella merece la pena este sendero.

Esta vía no tiene mucha dificultad y el terreno ya está casi seco de las lluvias de días pasados.

Casi sin darnos cuenta, vamos subiendo poco a poco por un valle precioso, rodeado de viñas que para nada te recuerda tierras brumosas del norte. Al final, tras una última subida, coronamos este cerro y nos encontramos de cara con un enorme trajín que provoca un gran camping que hay en la cima. Pero también tenemos nuestra recompensa. Ya casi podemos ver las casas de Zarautz y algo más lejos, parte de la costa a la que nos dirigimos

Aquí puedes tomar dos caminos: bajar por la carretera en que te encuentras o tomar a la derecha un sendero que bordea el camping. Ambos caminos te llevarán al mismo punto, el final de la playa de Zarautz.

Zarautz es una ciudad turística típica. Mucha gente,mucho follón, y tiendas de marca. Si fuera otra época daría una vuelta por el casco antiguo, pero ahora hay demasiada gente. De todas formas, a mi paso puedo ver algunas casas que respiran tranquilidad.

Me reúno de nuevo con el grupo en la playa y tomamos el camino de salida hasta Getaria.
Tenemos que ir por una especie de paseo peatonal paralelo a la carretera que es usado por cientos de personas que van de un pueblo a otro. Es bonito, pero hecho en falta la soledad del monte.

Getaria es un pueblo marinero, cuna de Elcano al que se le dedica un gran monumento a la entrada. Hoy hay fiesta y a nuestra llegada nos encontramos con que se está celebrando una carrera en la que los corredores pasan junto a nosotros, al público y los paseantes, sin ninguna separación, por lo que tenemos sensación de pertenecer al espectáculo.

Pasamos de la carrera y del jaleo y buscamos un bar tranquilo para dar cuenta de unos vinos y unos "pinchos" para coger fuerzas nuevamente. Lucas, el "escocés" se nos deja caer con una bolsa de aperitivos en vez de esos pinchos de tortilla que vemos en el mostrador. No me lo puedo creer.

A partir de aquí, caminamos entre campos de vides y granjas de vacas, por lomas más suaves y que siguen sin perder de vista el mar.

Zumaya aparece casi de improviso ante nosotros. Es un pueblo precioso, que corre a lo largo de una ría y que cuenta con un par de playas a un lado y otro del casco urbano.

Decidimos quedarnos en el albergue de Kike, en el centro del pueblo. Una gran casa con jardín, en la que se ha habilitado el bajo con las camas y los servicios necesarios.

Esta noche habrá gran cena de nuevo, esta vez a cargo de Daniel y Eulalia asistidos por sus cinco hijos: Alexandra, Pedro, Daniel, Ana y Julia, a la que se une Goro, un canario recién llegado que lleva dos días esperando su mochila que desapareció entre el equipaje del avión que lo trajo desde su tierra, y que ha “sobrevivido” conviviendo un par de días (como un rey, por cierto) en la comunidad de Las Doce Tribus de la que te hablé en el camino de Irún a San Sebastián.

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